sábado, 31 de agosto de 2013

No necesito ir a “Mercachina” para saborear la explotación. La tengo muy cerca. En Barcelona. En Correos. En la calle Botánica.


Quiero contaros algo. Me explicaré.
Lugar Pabellón Postal de Correos en calle Botánica s/n
Hospitalet, Barcelona

Hace unos meses recibimos denuncias de varias trabajadoras que tienen entre 55 y 61 años de un centro de trabajo de Correos en Hospitalet, Barcelona, que tienen serios problemas físicos para llevar a cabo su trabajo diario que está basado en la manipulación manual de cargas.

El jefe se limita a faltarles al respeto, día si, y día también. A exigirles como si tuvieran 30 años y a recordarles públicamente que son “viejas, gordas y feas”. Ellas se revuelven, y de ellas se dice entonces que son “conflictivas”. Por supuesto, luego, en privado los trabajadores hombres y mujeres echan pestes del Jefe, pero sólo un par o tres dan la cara.

A raíz de una denuncia, acudimos a ese centro de trabajo para decirle al mencionado jefe de Correos que por razones de edad por el tipo de trabajo que realizaban y que tiene múltiples consecuencias sobre el estado físico y psicológico de la mujer (y bla, bla, bla) debía modificar su actitud y solicitar una evaluación del puesto de trabajo.

El jefe se limitó a enseñarnos su sistema de distribución del trabajo y ante nuestro asombro nos mostró un dibujo en el que puede verse a un elefante, a un mono, a una rana y a una serpiente ¿...?, entre otros animalitos (el dibujo lo adjunto porque nos lo puso encima de la mesa y yo le hice una fotografía) Con el dibujo nos quiso decir que él distribuye el trabajo de acuerdo a las necesidades de las personas. Si una trabajadora es un mono, suponemos que subirá al árbol fácilmente y si la trabajadora es un elefante le costará más. Este es su sistema organizativo que tiene en mente, suponemos.  

Le insistimos que ya que no era la primera vez que era denunciado por su trato desconsiderado y vejatorio hacia las personas, que tuviera en cuenta la edad de las trabajadoras. Que no nos enseñara dibujos y entonces nos dijo que él lo tiene en cuenta siempre. Le pedimos que ya que estábamos allí y teniendo en cuenta que según él se preocupa por los trabajadores le pedimos que nos mostrara los escritos que había hecho a la empresa pidiendo protección de la salud de los trabajadores y trabajadoras. NO HABIA HECHO NINGUNO.

El único escrito que había hecho fue uno para que sancionaran a una trabajadora (a una de las conflictivas) porque no se ponía las botas con puntera de acero (que es un modelo prohibido por inspección de trabajo, por cierto)

Haciendo gala de su desprecio hacia las personas y de hacer mofa de cualquier cosas que se le dice, cuando al cabo de unos días una de las trabajadoras llegó al centro de trabajo le dijo textualmente: ha venido tu sindicato y dice que eres una menopáusica”

Una de las trabajadoras está de baja por accidente laboral ya que se cayó escaleras abajo tras realizar una recogida de correspondencia, y tras el informe del Jefe (de su Jefe, es decir, de éste) esta caída escaleras abajo cargada de correspondencia que había recogido de una empresa, no ha sido considerado accidente laboral.

Esta semana iré a verle. Sé que cuando salga de su centro de trabajo se mofará, se reirá y volverá a considerarse un súper hombre que basa su distribución del trabajo en el dibujo que cuelga de un armario en su despacho en la calle Botánica sin número, de Hospitalet de Llobregat. Y contará, desafortunadamente, con el apoyo incondicional de un grupo de “hombres de mediana edad” que cuando escucharon que me quejaba por la carga de trabajo de estas compañeras me recordaron eran mujeres pero “que cobraban igual”. Sentí asco y no voy a negar que me enfadé mucho.

No necesito ir a “Mercachina” para saborear la explotación. La tengo muy cerca. En Barcelona.  En Correos. En la calle Botánica.